domingo, 16 de mayo de 2010

DIEM MUNDIALEM LATINITATIS ANNO DOMINI MMX

DIEM MUNDIALEM LATINITATIS
DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD
15 DE MAYO DEL AÑO 2010

La UNESCO proclamó el «DÍA INTERNACIONAL DE LA LATINIDAD» el 14 de diciembre del año 2000, para que la efeméride sea celebrada el 15 de mayo de cada año, en la festividad de San Isidro Labrador, a fin de que las naciones del mundo contemporáneo construyan mecanismos para preservar el acervo cultural latino, del que son herederas, para proyectarlo hacia el futuro.
En los actuales tiempos contemporáneos de la globalización, hay quienes piensan que el Latín ha muerto y que su permanencia en nuestra cultura es sólo una reminiscencia de un glorioso pasado que no puede retornar. Creyendo entonces que lo que ya pasó se entierra, quienes así opinan actúan con liviandad o ligereza y descuidan de considerar que la latinidad está presente en nuestras vidas, de manera cotidiana, en los múltiples aspectos de la cultura occidental en la que nos desenvolvemos, quienes vivimos en los iniciales años del siglo XXI.
Por ello, festejar la latinidad no es aferrarse al pasado considerado como una época de oro de la humanidad o algo que no debe revivirse. No obstante, en el Día Mundial de la Latinidad es pertinente hacer una reflexión profunda sobre la importancia de la cultura latina en nuestras vidas, puesto que de ella hemos heredado señas particulares de identidad, ora en la lengua castellana, ora en las artes, ora en las ciencias, ora en la religión cristiana y en las diversas manifestaciones culturales que nos son propias.
Cum reverentia et sapientia pro lingua latina, habremos de decir que si se conocen las fuentes de nuestra lengua de Castilla, muchas expresiones se iluminan al sólo escucharlas. Por esta razón, las palabras castellanas que tienen origen en la lengua latina son como los planetas, en el cielo estrellado, que brillan en la noche reflejados por la luz de las estrellas que poseen luz propia.
Decimos, por ejemplo, «A calvo ad calvum», «a fortiori», «a posteriori», «a priori», «ad absurdum», «ab aeternum», «ab imo pectore», «ab initium», «ad finem», «ad infinitum», «ad libitum»,« alter ego», «bona fides», «carpe diem», «consumatum est» o «curriculum vitae» y nadie habrá de negar que la vigencia de la latinidad está presente en nuestra cultura.
La lengua latina tiene una cierta estabilidad, respecto a las lenguas habladas cotidianamente, en las cuales las palabras cambian de matices y de sentido, todo el tiempo y a veces, de manera inapropiada. El Latín tiene la característica de poseer palabras y expresiones que mantienen su sentido, de generación en generación et semper cum magnam et admirabilis essentia. Sea dicha la verdad, algunas de las modernas universidades del planeta aprecian esta característica y varios de sus títulos solemnes están en Latín, aunque muchos de estos centros de estudio no se encuentren propiamente en países de cultura latina. Ello prueba, la universalidad de la cultura latina.


Sólo hay que mirar a nuestro alrededor y contemplar las huellas profundas de la latinidad en asuntos tales como las artes, la ciencia, la lengua y la religión para descubrir que es imposible desentrañarse de la influencia de la latinidad en nuestra cultura.
Verbi gratia, la vigencia del Latín demuestra su permanente vigor y fortaleza cuando los hispanohablantes nos comunicamos cotidianamente con nuestros prójimos, pues sólo en la lengua de Castilla, más del 70% de las palabras tienen origen etimológico en aquella, no se diga en el Italiano, el Francés, el Portugués y el Romanche, lenguas romances que tienen como madre nutricia a la bella y sempiterna lengua latina y cuyos hablantes se enfrentan también, en forma diaria, con la cultura latina.
Por otro lado, todavía el Latín es la lengua de la ciencia. Es imposible negar que por todos los recovecos de la Historia, de la cultura y sus expresiones artísticas, por todas las ciencias como el Derecho, la Filosofía , la Teología , la Botánica , la Medicina , la Química y otras disciplinas adláteres, la lengua castellana tropieza constantemente con la bella, culta, sempiterna e incomparable lengua latina.
En la Botánica como en la Medicina, los nuevos descubrimientos exigen que sus nombres sean escritos en este idioma culto y refinado, mientras en el Derecho, los abogados continúan invocando apotegmas y frases latinas, tanto en los escritos procesales de mero trámite como en las resoluciones judiciales y las profundas obras jurídicas que se preparan todo el tiempo para desarrollar la Jurisprudencia como ciencia que se renueva diem per diem.
El Latín, en efecto, sigue vivo y por más que muchos ciudadanos del mundo contemporáneo se rasgan las vestiduras y sacuden el polvo de su sandalias para decir que la lengua ha muerto, los nuevos inventos de modernas ciencias como la Informática, la Nanotecnología, la Telemática, recurren a la lengua latina para apellidar los actuales descubrimientos.
Así entonces, la telecirugía y el Internet, por ejemplo, pueden recurrir sin problema a la lengua latina para hablar de cosas contemporáneas con admirable precisión semántica. Hoy en día se pueden encontrar palabras en Latín para el siglo XXI, con las cuales nombramos cosas del mundo contemporáneo; ad exemplum, aeropuerto o «portus aeris». De igual manera, podemos decir: «osculari in linea» o coquetear en línea; inclusive, exceptis excipiendis, se puede ser severo en la pluma e insinuar en Latín clásico, a la manera de Cicerón, Ovidio y Cátulo.
Verbi gratia, la siguiente lista de vocablos neolatinos contemporáneos refleja la versatilidad, la solemnidad, la belleza y el donaire de una lengua tan viva como inmortal y representa la confirmación de que la latinidad es –qué duda cabe- un hecho singular en la historia de la humanidad.
En nuestros días, por ejemplo, la palabra quirófano es el vocablo latino «chirurgium», mientras el SIDA, que es una de las enfermedades mortíferas de la humanidad presente, es el «Síndrome Comparati Defectus Immunitatis» y las siglas para llamarlo serían SCDI en la lengua ciceroniana.
Ciertos inventos modernos y tecnológicos encuentran en el Latín adecuados nombres propios como para evitar los préstamos anglófonos que afectan a la esencia de la lengua castellana. Así, la aspiradora puede ser llamada «pulveris hauritorium», mientras la estación espacial se podría nominar como «astropolis». Asimismo, uno de los indispensables aparatos de las presentes generaciones es el teléfono celular o móvil, el cual es conocido, en la bella y culta lengua latina, como «telephoniolus» o «telephonicium cellulare».
Un utensilio tan común para los habitantes del mundo contemporáneo lo constituye el esferográfico o bolígrafo, el mismo que, en la lengua latina, es el «sphaerigraphum». Y para quienes usamos el computador, es conveniente recordar que este aparato es el «computatrum», el cual es el instrumento idóneo para que podamos navegar por «internetum» (Internet) en el «cyberspatium» (ciberespacio).
En nuestra época, muchos ciudadanos ya no quieren hacerse cargo de sus padres cuando éstos han llegado a la ancianidad y los recluyen en un «gerontotrophium», término con el que se puede llamar, en Latín, a los actuales asilos de ancianos o centros geriátricos.
El juego moderno llamado «backgammon» puede ser bautizado como «nerdiludium» y en un mundo en donde las guerras siguen siendo utilizadas en contra de los hombres, no nos habremos de admirar si a la bomba conocida como «cóctel molotov» se la llama «ampulla Molotoviana» y a la bomba atómica se la denomina «pyrobolus atomicus».
Sentimos la fuerza expresiva de la lengua latina cuando evaluamos el tiempo para decir un «annus horribilis», o comentar ante la necesidad de respetar los gustos y creencias ajenas, pues «de gustibus et coloribus non est disputandum»; mientras la inmortal lengua pervive rediviva en alguien que se ha graduado «summa cum laude».
Si los ciudadanos de la época actual van a una escuela para aprender a conducir están asistiendo a una «schola autocinetica», lugar en donde aprenden el manejo de una «birota automataria» (moto), un «autocinetum» (coche), el cual puede tener una «sedecula puerilis» (sillita de seguridad para niños).
Si requerimos ir al banco estamos iendo a la «argentaria» y en este lugar podemos solicitar una «charta creditoria» o tarjeta de crédito. Luego, si vamos de compras podemos llegar al supermercado, una palabra que viene del Inglés, en donde su referente es «supermarket», pero que en la lengua latina es «pantopolium» y en este sitio podemos hallar alimentos tan romanos como la «pasta vermiculata» (espaguetis) o la «pasta tubulata» (macarrones).
Sin embargo, nil desperandum, hay una razón más por la que la lengua latina sigue viva y pletórica de fortaleza en nuestros días: en pleno siglo XXI y gracias al ilustrado, erudito y cultísimo Sumo Pontífice Benedicto, por la Divina Providencia Papa XVI, felizmente reinante, el Latín sigue siendo la lengua oficial de la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana, la cual tiene más de 1.100 millones de fieles en el mundo, quienes al estar en permanente contacto con las comunidades parroquiales a las que pertenecen, se interrelacionan todo el tiempo con la lengua latina y su permanente influencia cultural en el planeta entero.
Ad initium tertio milenio, se publican hoy varias revistas en Latín y se emiten programas de radio y de televisión en este idioma. La Radio y Televisión Vaticana, por ejemplo, emite diariamente múltiples programas en lengua latina, los cuales son sintonizados por millones de católicos en la Tierra.
Mas para nosotros, los hispanohablantes, hijos naturales de la latinidad, es una pena que una lengua moderna como la nuestra recurra permanentemente al Inglés y otros idiomas extraños para dar nombres a una serie de palabras contemporáneas que, como acabamos de ver ut supra, no tienen ningún problema de ser nombradas en la inmortal lengua latina, madre nutricia de nuestra hermosa lengua de Castilla. Es una lástima que el Latín haya desaparecido de los centros de enseñanza, tratándose de un idioma cuyo conocimiento permite una mirada al pasado para adquirir otra visión más completa del presente, mientras traducir al o del Latín otorga una flexibilidad mental única.
Así entonces, hoy decimos World Wide Web (WWW), cuando muy bien podemos llamarla como: «Tela Totius Terrae (TTT)», mientras hemos importado términos híbridos del Inglés, los cuales son anglicismos que alteran la esencia de la lengua de Castilla y entre los cuales están, por ejemplo, «striptease» para no decir «nudatio», «whisky» para evitar su referente latino «vischium», «baby sitter» en vez de la palabra latina «infantaria», «mountain bike» en lugar de «birota montana», «Latin lover» en reemplazo de «mulieriarius Latinus», «boy scout» para no decir «puer explorator» y «Wikipedia», la enciclopedia de Internet que no es siempre tan confiable, pero a la que todos acuden sicut cervus ad fontes y que perfectamente puede tener origen etimológico latino como «Vicipaedia».
«Lingua latina lingua angelorum est…/ La lengua latina es la lengua de los ángeles…», se ha dicho desde inmemoriales tiempos y por ello, ¿no deberían los habitantes de las naciones de cultura latina estar conscientes del rico acervo y esa «veterum sapientiae» de la latinidad?
De esta manera, muchos ciudadanos a nuestro alrededor temen reparar que el Latín del tercer milenio de la era cristiana, con una gran precisión semántica y gracias a su versatilidad, sigue siendo una lengua sempiterna y rediviva para hablar nunc et semper, ad proximum, urbi et orbi et in saecula saeculorum.
Lingua latina non mortua est
¡Vivat lingua latina!

DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Concha, super flumina Tomebamba, in Annus Sacerdotalis in memoriam CL anniversaria Die Natalis Sancte Ioannes Maria Vianney, ex aedibus FIDEH, districti meridionalis, mensis maii, die decima ac quinta, reparate salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus decimus, in sollemnitate Diem Mundialem Latinitas.

viernes, 15 de mayo de 2009

«DIEM MUNDIALEM LATINITAS»


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«DIEM MUNDIALEM LATINITATIS»
«DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD»
VENERABILES FRATRES NOSTRI, VIRIS ET MULIERIBUS EXCERCENTIBUS IN PUBLICA ET PRIVATA RE, DILECTISSIME AMICI IN COMMUNIO CARITATIS ET FRATERNITAS:
PAX VOBIS IN CHRISTUM DOMINUM NOSTRUM

En el DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD DEL AÑO DEL SEÑOR DE 2009, in scriptis, mensis maii, die quinta supra decimum, reparate salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus nonus, abrimos este espacio para ofrecer a nuestros dilectos visitantes un viaje permanente por la cultura latina, siempre exquisita y fascinante ad summum.

A la vez, en este periódico ciudadano, los amigos de la latinidad podrán encontrar frecuentes informaciones acerca de la culta, inigualable e inmortal lengua latina, madre nutricia de la lengua de Castilla y medio de cultura in saecula saeculorum.

Notas históricas, literarias, artísticas, filosóficas y culturales irán apareciendo, diem per diem, en estas páginas abiertas, sicut porta Coeli in aeternum, para todos los miembros de la gran familia humana que peregrina en la Tierra in haec lacrymarum valle.


DIEGO DEMETRIO ORELLANA

In Concha, apud flumina Tomebamba, mensis maii, die quinta supra decimum, currentis Anno Domini bismillesimus nonus, in sollemnitate Diem Mundialem Latinitas, in sollemnitate Paschali


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El 14 de diciembre del año 2000, la UNESCO proclamó el «DÍA INTERNACIONAL DE LA LATINIDAD », a fin de que éste sea celebrado el 15 de mayo de cada año, en la festividad de San Isidro Labrador, a que las naciones del mundo construyan mecanismos para preservar el acervo cultural latino, del que son herederas, para proyectarlo hacia el futuro.
Es necesario entonces, hic et nunc, en un mundo como el que vivimos, ancho y ajeno, fomentar la conciencia de la identidad cultural común en la población de raíces latinas en general, y en la juventud, en particular.

La conmemoración planetaria tiene la intención de que los habitantes de los países de cultura latina organicen actividades celebratorias de dicha efeméride, in honorem cultura latina, incluyendo acciones específicamente dirigidas a la juventud, a fin de fortalecer efectivamente el sentimiento de fraternidad entre los pueblos de origen cultural latino.

El presente blog tiene, por ello, la intención de reflexionar en este magnánimo y benevolente propósito y difundir la inmortal lengua latina, en tanto somos habitantes de América Latina, un continente heredero de la latinidad, aunque se zapatee hasta el cielo por decir lo contrario, adversas veritas et cultura.

Cuando tenemos la oportunidad de escuchar y leer a brillantes periodistas, intelectuales, escritores y hombres de pluma, una serie de expresiones mal escritas en Latín, nos sonrojamos de que para darle a los escritos o discursos un realce, ciertas personas invocan mal la lengua latina, enviando a sus creaciones a un abismal precipicio por el que se despeña el prestigio de los que cometen tales desafueros, pues «facilis descensus averni/ la bajada al infierno es muy fácil».


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Así entonces, sesudos varones y mujeres de la política y la ciencia suelen decir y escribir, por ejemplo, «contra natura», sin la «m» final, «urbi et orbe», cambiando la «i» final por una «e», «manu militare», insistiendo en el mismo error, «mutatis mutandi», comiéndose la «s» final, «maremagnum», sin separarlo en dos palabras, «missa solemnis» sin la doble «l», lo cual es digno de vergüenza, pues el idioma latino debe ser respetado en tanto es una lengua de cultura superior.

Existen también otros ciudadanos y ciudadanas que, olvidando nuestro origen cultural latino, han adquirido, en estos tiempos globalizantes, una injustificada latinofobia y se reniegan para utilizar, dentro del habla y la escritura castellanas, las expresiones latinas admitidas por la Real Academia de la Lengua Castellana u otras que pueden enriquecer a nuestro idioma, volviéndolo auténtico y original, desconociendo el acervo de la inmortal lengua latina, madre nutricia del Castellano, como quien atenta en contra de su propia madre et semper cum horribilis modus actuandi.

Estas personas desconocen que la latinidad ha forjado una incomparable tradición humanística en la que la visión del mundo, del hombre y de Dios tiene su fundamento en el gran Cicerón y los filósofos latinos de la Roma imperial.

Destacados hombres eruditos de la Historia han cultivado la latinidad con admirable dedicación. Por ejemplo, Quintiliano, John de Salisbury, Erasmo de Rotterdam, Juan Luis Vives, Giovanni Pico della Mirándola o Giambattista Vico, además de otros autores italianos del Trecento y del Quattrocento.

Uno de los investigadores contemporáneos que más ha contribuido para fomentar el estudio de la latinidad y del humanismo es el filósofo italiano Ernesto Grassi (1902-1991).


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La tradición humanista considera a la Retórica como la reina de las ciencias. A fortiori, esta es la razón por la cual los humanistas ponen énfasis en el estudio de las artes del lenguaje, tal como se hacía en la antigüedad clásica y en el medioevo.

El fundamento de esta concepción subyace, sub specie aeternitatis, en la consideración de que el lenguaje es el vehículo del pensamiento, y para pensar bien hay que aprender antes a hablar y escribir bien.

Justamente una de las causas de la barbarie propia de nuestro siglo es la falta de un cultivo adecuado de las artes del lenguaje. La educación contemporánea, ad contrario sensu, en muchos países y culturas, dedica más atención a la enseñanza de las matemáticas y las ciencias exactas que al estudio del lenguaje y las humanidades. No se trata de estar en contra de la instrucción científica, pero creemos que a la par de ella debe ir la formación humanística y la formación en las virtudes.

Festejar la latinidad no es aferrarse al pasado considerado como una época de oro de la humanidad. No obstante, es importantísimo para todos lograr que nuestras relaciones con las raíces de nuestra cultura no se rompan.


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CONTRADICCIONES MODERNAS EN CONTRA DE LA LATINIDAD

Es digno de hilaridad, por otra parte, la censura que ejercen algunos editores y directores de medios de comunicación o jefes de instituciones y dependencias públicas y privadas, en contra de los escritores y periodistas, a quienes «prohíben» el uso de la lengua latina por insólitos e inefables prejuicios como el hecho de considerar que la gente no la entiende, al socaire de la obligación que tienen los ciudadanos lectores para leer cualquier información que llegue a sus manos y consultar el diccionario, cada vez que algo no se comprende.

Según relevantes lingüistas hispanos, ésta es una de las razones por la que, de las aproximadamente 80.000 palabras castellanas que existen en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Castellana , la gente apenas utilice unas 2.000 en el habla y la escritura coloquiales de nuestra bella lengua de Castilla. Estos modernos inquisidores ni cuenta se dan de que con este tipo de censuras se está obligando a que nuestros ciudadanos y ciudadanas no aprendan a consultar el diccionario, fomentando que las personas ya no investiguen y conspirando, de manera suicida, en contra de la riqueza y el esplendor del idioma.



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Por eso, ¿es posible que alguien pueda tal vez pensar que el Latín es una lengua muerta y debe ceder el paso al estudio de lenguas vivas de amplia circulación mundial y más útiles, desde el punto de vista práctico? ¿O es más conveniente inferir, que justamente el uso de determinadas expresiones latinas, dentro de nuestra bella lengua de Castilla, refleja la riqueza de la cultura latina y la pervivencia de su vigencia en nuestro contexto cultural castellano?

Lo que está claro es que la reducción del estudio del Latín no ha devenido en un mejor conocimiento de las lenguas modernas. De allí que, a manera de orientación y guía, habremos de decir tan solo, que no está por demás recordar que las naciones más florecientes y exitosas en materias científicas y técnicas son las que dedican más atención al estudio de la cultura y las lenguas clásicas. Así se ha confirmado en países como Suiza, Inglaterra, Alemania y hasta Noruega y Suecia.

En la lengua castellana tendemos a simplificar por principio, sin reparar en las consecuencias. Si «Corpus Christi» debe llevar una «h» intermedia entre dos consonantes, algunos protestan y exigen que se escriba Cristi, creyendo ilusamente que por facilitar esta cómoda escritura vivifican o depuran el idioma. Si la «p» de psiquiatría o psicología no se pronuncia, rápidamente aparecen quienes proponen suprimirla de la escritura porque les parece un elemento superfluo.



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Sin embargo, estos ciudadanos y ciudadanas no se detienen a pensar que, en concordancia con la etimología, «Christi» significa Cristo y guarda en sí una precisión semántica sin par para definir al personaje, mientras que «psicología» significa «tratado de la psique», de todo lo relativo al «alma» humana. En consecuencia, se puede afirmar, in honorem Græca et Roma, que la «Ch» de Christi es un antiguo referente que unifica al Castellano con la Roma Imperial y su cultura latina, mientras que la «p» de psicología es uno de los puentes que unen todavía a las generaciones actuales con los antiguos griegos que pusieron las bases de nuestro conocimiento sobre el hombre.

Lingua pax pro mundi beneficio

Nuestro «modus discendi» o modo de decir las cosas es la manera más vivificante de nuestra creatividad personal hacia los orígenes de nuestra cultura. Se sustenta siempre en raíces de profunda trascendencia para vincularse a la realidad y desarrollar la personalidad histórica de una cultura. En este proceso, las lenguas clásicas como el Latín y el Griego y las culturas a las que representan, han sido vitales para el desarrollo de nuestra cultura grecolatina.

Al no saber elementos de Latín y Griego, se desconocen las raíces de un buen número de palabras castellanas de uso corriente y se empobrece rápidamente el léxico, a punto tal de volverlo famélico y enteco, desde todo punto de vista.



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Cum reverentia et sapientia pro lingua latina, si se conocen las fuentes de nuestra lengua, muchas palabras se iluminan al sólo oírlas. En adecuado parangón, los vocablos y términos de nuestro idioma castellano son como los planetas que brillan en la noche, reflejados por la luz de las estrellas que poseen luz propia.
Tanto se ha atentado en contra de la cultura y la lengua latinas que, en estos tiempos del tercer milenio, la ignorancia del Latín y del Griego deja a los hispanohablantes desvalidos a la hora de crear neologismos, pues el Castellano no es un idioma flexible para inventar nuevos vocablos, a pesar de sus particulares y especiales cualidades.A causa de este desvalimiento o despojo, los ciudadanos del mundo contemporáneo acuden en tropel a las lenguas extranjeras, en busca de préstamos difícilmente integrables a nuestra bella lengua de Castilla.

De esta forma, se asimilan elementos extraños por falta de conocimiento de la propia lengua, dando como resultado palabras híbridas y una lamentable pérdida de la identidad castiza. Es inadmisible la bárbara cantidad de neologismos de bastardo origen y así, los extranjerismos y, en particular, los anglicismos no admitidos por la Real Academia de la Lengua Castellana están conspirando, adversas lingua, en contra del idioma de Castilla y su esencia. Y para colmo, nosotros lo estamos consintiendo por no saber valorar la riqueza de la latinidad en nuestra cultura.


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¿Cómo aceptar entonces, que no hayamos sido capaces de encontrar la palabra precisa para términos como chatear, fax, link, memory flash, cd room, debido a estas injustificadas negligencias?

La latinofobia que invade el mundo moderno pretende desconocer que, ab intra, por todos los recovecos de la Historia, por todas las manifestaciones de la cultura y sus expresiones artísticas, por todas las ciencias como el Derecho, la Filosofía , la Teología , la Botánica , la Medicina , la Química y otras disciplinas adláteres, la lengua castellana tropieza constantemente con la bella, culta, sempiterna e incomparable lengua latina.

In stricta iustitia/ En estricta justicia debemos admitir que no es posible entender cómo puede realizarse cualquier investigación medianamente seria, en cualquiera de los campos del conocimiento, sin contar con ciertos elementos de la lengua madre.



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En el «DÍA MUNDIAL DE LA LATINIDAD » validemos, in honorem veritatis splendor, la gran influencia de la cultura latina sobre nuestras naciones de origen castellano y reconozcamos que el Latín no sólo dio origen al Castellano, sino que –de profundis- está incrustado en sus estructuras como algo natural e intrínseco o inherente.

Por todo ello, un hispanohablante que ignora el Latín navega por un mar de aguas tormentosas y tenebrosas cuyo fondo desconoce. En cualquier campo que se mueva tendrá que mantenerse a menudo en un plano superficial y su labor carecerá de la radicalidad que hubiera podido tener.

Saber tocar un instrumento musical es magnífico, pero el carecer de tal arte no disminuye nuestra talla de hispanohablantes en cuanto tales. Ad contrario sensu, el no saber Latín afecta, en cambio, a nuestra base cultural, nos desvincula de nuestra alma nutricia y nos desnutre y empobrece.


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Lenguaje y creatividad

Decimos, por ejemplo, «entusiasmo», y nos sumergimos en la concepción griega del amor y el ascenso a lo divino, es decir, a lo perfecto. Proferimos la palabra «agapé» y encontramos reminiscencias de profundo contenido en la inmortal cultura helénica. Igual acontece cuando escribimos el término «democracia» o «persona». Decimos, a la vez «sublime» y navegamos por amplias aguas en las que la armonía de las culturas griega y latina pervive todavía. Expresamos «sui generis», «alma mater», «a priori», «a posteriori», «alter ego», «ad absurdum», «a divinis», «in articulo mortis», «in crescendo», «verbi gratia», «sine qua non», «ipso facto», «sub specie instantis», «in camera caritatis», «de maxima ad minima», «ex admirationem» o «exempli gratia» y nadie puede negar el sustento y la vigencia de la latinidad en nuestra cultura.

Sin embargo, si somos incapaces de descomponer estas palabras y palpar su articulación interna, ¿podemos captar toda su inmensa riqueza y hermosura? Muchas lenguas occidentales que hoy consideramos modernas tienen sus propias raíces en la lengua latina, algunas más que otras. Ejemplos son el Italiano, el Castellano, el Rumano, el Portugués y el Francés. Pero también, el Inglés y el Alemán poseen muchos elementos del Latín, lo que da clara cuenta de la universalidad de la latinidad en el mundo contemporáneo.

Reaccionemos, habitantes del mundo castizo: Las lenguas clásicas y entre ellas, el Latín y el Griego no están muertas, la influencia de sus culturas menos, viven directamente en los textos y de forma mediata en cada una de las lenguas romances.

Lo grave es que quienes desconocen el acervo de la latinidad no tienen la conciencia ni el saber de lo que pierden, pues lamentablemente, para su desgracia, no pueden contar con la experiencia de acceder a los mundos que la latinidad nos abre. Así, sicut cervus ad fontes, a veces encontramos hoy en día que, a muchos jóvenes les encanta el canto gregoriano, pero no saben Latín. No pueden barruntar en consecuencia, en qué medida se incrementaría su agrado si pudieran captar la profunda armonía que se da en esta forma de música entre el texto y la melodía.


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No olvidemos que el lenguaje es la manera en que se manifiesta palpable la creatividad humana. Si se desconoce el trasfondo del lenguaje, no se podrá hablar de modo profundamente comprometido y creador, pues –como se sabe- los escritores creamos todo el tiempo con las palabras.

Si no utilizamos apropiadamente el idioma, concordet lingua splendor, desaparece la creatividad. Para resguardarla, hay que tomar en cuenta todas las posibilidades que cada generación del pasado ha ido entregando a las siguientes. Esa entrega se dice en Latín «traditio». Los abogados y hombres o mujeres del mundo del Derecho lo sabemos muy bien.



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Por eso, la tradición no es un peso muerto que gravita sobre los hombres del presente, cual fardo ominoso del que deberíamos desembarazarnos. Al contrario, es un elemento impulsor de nuestra actividad creadora y si no acogemos creativamente la tradición, no podremos configurar el futuro. Así de simple, aunque muchos se den de bruces por negar la realidad de la vigencia de la latinidad en el mundo contemporáneo.

La lengua latina tiene una cierta estabilidad, respecto a las lenguas habladas cotidianamente, en las cuales las palabras cambian de matices y de sentido, todo el tiempo y a veces, de manera inapropiada. El Latín tiene la característica de poseer palabras y expresiones que mantienen su sentido, de generación en generación et semper cum magnam et admirabilis essentia. Sea dicha la verdad, algunas de las modernas universidades del planeta aprecian esta característica y varios de sus títulos solemnes están en Latín, aunque muchos de estos centros de estudio no se encuentren propiamente en países de cultura latina. Ello prueba, la universalidad de la cultura latina.

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Expresiones como «Te igitur, clementissime Pater», «Supplices te rogamus», «Propitius est», «Necesse est», «Veneremur cernui», «Omnipotens et misericors Dominus», no deberían ser ahuecadas o democratizadas por una traducción iconoclasta. Algunas de estas expresiones latinas y otras del mundo de las ciencias son difíciles de traducir. Se necesitan los mejores expertos de Patrología, Teología, espiritualidad, Música y Literatura para hacerlo apropiadamente y por ello, es menester mantenerlas en su esencia para procurar traducciones que resulten bellas sobre los labios de los habitantes del mundo de cultura latina.

En la vida del género humano muchas desgracias son posibles. Una de ellas -no la mayor, tampoco la más pequeña- es no saber la lengua y la cultura latinas.

La lengua y la cultura latinas tienen una nobleza y dignidad para nada irrelevantes. Podemos concluir entonces que el Latín es conciso, preciso y poéticamente mesurado.

Por esta razón, se ha dicho desde inmemoriales tiempos: «Lingua latina lingua angelorum est…/ La lengua latina es la lengua de los ángeles…». ¿No sería admirable que los habitantes de las naciones de cultura latina deban estar conscientes del rico acervo de la latinidad en nuestras vidas y puedan comunicarse entre ellos, con esa «veterum sapientiae» de la latinidad?

His cum affectibus vobis et grata recordationem in Christum Dominum Nostrum,

DIEGO DEMETRIO ORELLANA
Datum Concha, super flumina Tomebamba, mensis maii, die decima ac quinta, reparata salute Anno Dominicae Incarnationis bismillesimus nonus, in sollemnitate Diem Mundialem Latinitas.